Por Estefanía Camacho
«¡Aleeerta!» el alarido proviene de la resistente voz de algún joven indistinguible. Los demás, responden el llamado de inmediato: «¡Aleeeerta!». Y pronto, al unísono, con más ganas que antes: «¡Alerta, alerta, alerta que camina; la lucha estudiantil por América Latina!». Gritan, aplauden, vitorean. Llegan algunos rumores de que la ex líder estudiantil, ahora candidata a diputada en Chile, Camila Vallejo, arribe a la celebración y genera ánimos. En general, sólo esperan que llegue más gente al aniversario.
Los jóvenes llegan solos o de dos, buscan entre la gente, encuentran a alguien, se abrazan. «¡Qué milagro! ¿Cómo has estado?». Se vislumbra alegría en sus rostros de encontrarse. Algunos tendrían unos ochos-siete meses sin verse, después de las últimas manifestaciones importantes. «Pues trabajando y, ¿tú?» se contestan. Sin duda, las masas de juventudes de hace un año cambiaron de quehaceres y de situaciones. Ya no son los manifestantes de «las privadas» ni de las universidades públicas que salían a protestar con esa llama que presumían.
Son más de las 3 pm, la hora de la cita. Las escalinatas que dan al museo de la Estela de luz se ven semivacías o semillenas, según sea uno tan crítico. Algunas mantas se dejan caer de la planta alta y sobre las paredes. Son vistosas. En el centro de la pequeña plazuela hay un retrete blanco abandonado totalmente ignorado y algunos medios comienzan a instalar sus cámaras, a buscar a quién entrevistar.
Va llegando poca gente y con ella, grandes mantas. «México no tiene presidente, tiene ciudadanía». «Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar con la mentira #YoSoy132 ITAM». Alguna pancarta en inglés que dice «We don’t want the PRInosaur» y una manta amiga: «Madres y familiares de desaparecidos en huelga de hambre día 3». Lee el resto de esta entrada »